¿Estás cansado de tu casa? A veces mudarte o hacer una reforma radical no son opciones posibles pero esto no significa que tengas que conformarte con lo que tienes. Organizando podemos hacer auténticas maravillas, desde lograr que un piso pequeño se vea más espacioso hasta cambiar el ambiente de nuestro hogar. Te explicamos cómo en tres sencillos pasos.
Detox hogareño
El primer paso para tener una casa ordenada suele ser vaciarla. Acumulamos muchísimas cosas que no utilizamos pero que nos ocupan espacio, por lo que hacer una limpieza de objetos puede suponer un gran cambio en nuestro hogar. Por regla general, lo mejor es deshacerte de todo lo que no utilices y quedarte solo con lo esencial. Actualmente hay muchas opciones para dar una segunda vida a todo aquello que ya no usas, así que incluso puedes sacarte un dinero extra organizando tu casa.
Doble o nada
Nuestros mejores aliados para mantener el orden son todos aquellos objetos que tienen una doble función para guardar cosas en su interior. De este modo, aumentamos el espacio de almacenamiento sin que se note visualmente, para que nuestra casa se vea ordenada y limpia. Son especialmente útiles los sofás con puffs y cojines dentro de los que se pueden guardar mantas y demás objetos útiles o las camas con canapé, perfectas para guardar la ropa del hogar o conseguir un armario horizontal para zapatos. Si tenemos espacio, otra buena opción consiste en colocar un banco en la mesa del comedor en vez de sillas, ya que nos permitirá guardar toda la ropa de mesa y demás accesorios.
Piensa dos veces
Ahora que ya te has librado de todo lo que sobraba en casa y que sabes cómo tenerlo todo bien ordenado, sólo falta que se mantenga así. Una buena manera es sumándote al reto #unañosincompras, que consiste precisamente en esto: no comprar nada que no sea estrictamente necesario durante un año o el tiempo que te propongas. María, la autora de Escarabajos, bichos y mariposas, es una de las personas que está participando en este reto y te cuenta todos los detalles en su blog.
Pero si no quieres llegar al extremo de este reto, una técnica siempre útil es pensar dos veces antes de comprar. ¿Realmente lo necesitas? ¿Cuánto lo vas a usar? ¿Dónde vas a guardarlo? Si esperas al día siguiente para hacer la compra muchas veces te darás cuenta de que la “necesidad” de adquirir aquel objeto no era real, si no fruto del impulso. Así también ahorrarás, por lo que te estarán agradecidos tanto tu casa como tu bolsillo.
